El 21 de marzo, Día Mundial de los Bosques, es la oportunidad perfecta para aprender a reconocer uno de los árboles más emblemáticos: el roble. ¿Quién no ha utilizado alguna vez la expresión «estar como un roble» para referirse a alguien especialmente capaz de aguantarlo todo? Pero, ¿cómo es realmente un roble? Aprender a reconocer las especies del bosque puede ayudarnos a la hora de valorar el estado de salud del bosque.
Hoy presentamos unos nuevos materiales elaborados desde el CREAF por José Luis Ordóñez, doctor en biología y experto en visualización de datos y Laura Fraile, ilustradora científica.
¿Cuántos robles hay?
El nombre roble incluye decenas de especias del género Quercus. Saber qué especie tenemos delante es un reto, ya que a menudo se mezclan entre sí (mediante un proceso reproductivo llamado hibridación). Pero no hace falta desesperarse: elementos como las hojas, las bellotas, la corteza o, incluso, la forma del árbol pueden ayudarnos a diferenciarlas. Con esta infografía puede aprender algunas claves para identificar ocho especies habituales en la península:
- Roble rebollo (Quercus pyrenaica)- Qpy
- Roble de hoja grande (Quercus petraea)- Qpe
- Roure carvallo (Quercus robur) – Qro
- Roble africano (Quercus canariensis) – Qca
- Roble pubescente (Quercus pubescens) – Qpu
- Roble cerrioide (Quercus cerrioides) – Qce
- Roble valenciano o de hoja pequeña (Quercus faginea) – Qfa
- Roble portugués (Quercus lusitanica) – Qlu
¿Cómo identificarlos? Hojas, bellotas y otros detalles clave
La forma y tamaño de las hojas son un primer indicio: observa si tienen lóbulos profundos y si éstos son puntiagudos o redondeados. También el pecíolo (el pequeño pedúnculo que une la hoja con la rama) puede ser más largo o más corto según la especie. Además, contar los nervios de las hojas, observar si son paralelos y fijarse en el tamaño te dará pistas sobre si viven en ambientes atlánticos y húmedos o en zonas más mediterráneas.
Las bellotas también aportan información valiosa. El tamaño y forma de la cúpula que las cubre, así como la longitud de su pedúnculo, ayudan a terminar de afinar la identificación. Aunque la corteza puede ser menos reveladora, la forma del árbol (más majestuoso o arbustivo) también puede dar pistas: el roble portugués, por ejemplo, suele crecer en forma de mata.
Los robles, un pilar fundamental del ecosistema
Los robles no sólo son símbolos de fuerza; juegan un papel ecológico muy importante. Sus bellotas alimentan ciervos, jabalíes, pájaros y pequeños mamíferos, muchos de los cuales ayudan a dispersar las semillas. Los viejos troncos son refugio de fauna y sustrato para hongos, musgos y líquenes. Las raíces fijan el suelo y previenen la erosión. Y, además, son árboles capaces de rebrotar después de incendios o sequías extremas.
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