El ritmo de la sequía

La falta de agua persistente afecta a los pinos más tarde que las encinas

Sales a pasear por el campo en Osona un día por la noche. Al otro lado del camino, a cierta distancia, ves la vertiente de una colina llena de manchas rojizas con pinos de aspecto seco. Algunos han perdido todas sus hojas. Otros las conservan, pero sin rastro de color verde. Estos pinos están muertos sin remedio. Sin embargo, posiblemente, están sentenciados desde el pasado verano.

Observación de una afectación por sequía de grado alto en Osona. Fuente: usuario anónimo de AlertaForestal.

La sequía ahoga desde hace más de dos años. A lo largo de los meses de mayo y junio nos ha dado pequeñas treguas pero, en general, llevamos muchos meses viviendo una sequía persistente que a menudo va acompañada de mucho calor como el pasado verano o estos últimos días. Los bosques se enfrentan a esta situación de diferentes formas. Lo que hemos visto es que los pinos no responden a esta falta de agua al igual que las encinas o los robles. Pero, ¿en qué se basa esta diferencia?

¿Cómo enfrentarse a la sequía prolongada?

Los árboles planifolios como los robles, hayas, encinas o alcornoques, optan por la estrategia de “renovarse”. Es decir, se desprenden de las hojas durante el estrés de la sequía y rebrotan sacando nuevas cuando vuelve la lluvia, generalmente en otoño. Esto se debe a que ante una fuerte sequía los planifolios cierran los estomas. Los estomas son los poros que tienen en la superficie de las hojas y a través de los cuales la planta transpira evaporando agua y donde realiza la fotosíntesis. Por lo tanto, al cerrar estos poros, la planta reduce al máximo la pérdida de agua, pero también deja de hacer la fotosíntesis. Si esta sequía se alarga en el tiempo, las hojas de estos árboles se secan y caen esperando poder rebrotar cuando la situación mejore. Esto es lo que hemos visto en muchas encinas después de las lluvias de esta primavera: que han empezado a rebrotar. Mientras no tienen hojas verdes, sin embargo, no pueden hacer la fotosíntesis, por tanto, si la situación se alargara mucho en el tiempo y no pudieran sacar nuevas, se pondría en riesgo su supervivencia por inanición.

Por otra parte, las coníferas como los pinos o abetos tienen una estrategia diferente, basada en la “resistencia”. Ante una fuerte sequía, estas especies resisten en la medida de lo posible a las condiciones adversas. Si la situación es muy severa o de larga duración pueden empezar a perder algunas hojas para minimizar las necesidades de agua. En este caso, priorizan la pérdida de las más viejas, las que se encuentran más adentro de las ramas, para poder mantener las más jóvenes de las puntas haciendo la fotosíntesis para mantener así las funciones vitales. Esto hace que esta pérdida sea más visible en las zonas interiores y bajas del árbol, mientras que la copa se mantiene verde (síntomas progresivos).

En otros casos, los pinos parecen en buen estado incluso durante largos períodos de sequía, pero llega un momento en que, en cuestión de pocos días, la copa queda totalmente marronosa (síntomas repentinos). Cuando esto ocurre, los pinos ya están muertos: no tienen capacidad de rebrotar y no tienen ninguna hoja verde que les permita mantener las funciones vitales. Este colapso de los pinos puede llegar meses, o incluso años, después de haber terminado un período de sequía Esto explica porque a pesar de que esta primavera ha sido más o menos lluviosa en muchas zonas, hemos visto cómo aparecen pinos con las copas marrones sobre todo en zonas de Osona y el Berguedà: ¡son pinos que están muriendo por la sequía del pasado verano!

Una afectación silenciosa

Según el informe DeBosCat 2022, el año pasado fue el año con más bosques registrados afectados por sequía. De un total de 33.072 hectáreas de bosque con signos de sufrimiento por sequía y calor extremo, 5.993 hectáreas eran coníferas. Éste es un dato muy inferior a las hectáreas de planifolios registrados afectados. Ahora bien, teniendo en cuenta que las coníferas muestran la afectación por sequía con cierto retraso, es posible que este dato sea una subestimación de las coníferas que realmente han sido perjudicadas por esta falta de agua prolongada. Sencillamente, algunos pinos sufren la sequía de forma silenciosa y, lamentablemente, no nos permitirán saber hasta dónde llegan las consecuencias de este fenómeno hasta dentro de un tiempo.

Superficie afectada por sequía en 2022 (hectáreas) por árboles planifolios y coníferas. Gráfico: Mireia Banqué. Fuente: DeBosCat2022.

Sin embargo, AlertaForestal continuará con los ojos en el bosque. Con la colaboración del voluntariado esperamos poder realizar un seguimiento lo más esmerado posible de los bosques afectados por sequía en Cataluña.

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