Una investigación reciente, en el que han participado investigadores del CREAF y el CTFC, revisa 240 estudios llevados a cabo desde 2000 a 2015 sobre gestión forestal. En función de los resultados encontrados, se consideran tres puntos clave que se deben tener en cuenta a la hora de gestionar los bosques:

I. Los beneficios en la gestión a corto plazo no tienen porqué resultar en una adaptación a largo plazo. Queda demostrado que en el Mediterráneo hay una tendencia en gestionar a corto y medio plazo para evitar riesgos, sobre todo en la prevención de incendios. En estos casos funciona, pero no es extrapolable a otros. Aún hay una falta de estudios científicos que dirijan su investigación a promover adaptaciones a largo plazo. ¿Cuáles serían estas? Por ejemplo, se espera que los bosques mixtos aporten importantes beneficios para la adaptación del cambio climático de los ecosistemas mediterráneos y mantenimiento de sus servicios ecosistémicos. Asimismo, promover la diversidad y las interacciones entre especies es muy importante para los beneficios de funciones clave del ecosistema, como es la productividad. Y dentro de una misma especie, modificar la diversidad funcional y genética puede mejor la capacidad de las poblaciones para el futuro estrés ambiental.

II. Hay que identificar los efectos indirectos de cada gestión y valorar si la ganancia es superior.

III. Se necesita mejorar la base científica enfocada en las estrategias de adaptación. También la investigación se ha focalizado desproporcionadamente en disminuir riesgos e incrementar la resistencia a corto plazo, hay que potenciar los estudios que busquen optimizar la adaptación y las respuestas a nivel de ecosistema.

Esta información ha sido extraída de una ficha del Prismàtic. Podéis consultarla completa en este enlace.