Procesionaria, la oruga más deseada

La procesionaria, es un lepidóptero que abunda en los bosques de pinos de Europa del sur y se considera el parásito más importante de todos los que afectan a los pinos peninsulares. Se caracterizan por las bolsas de seda que dejan en los árboles y las procesiones que hacen en invierno para enterrarse. Se alimentan de las hojas de los pinos provocando defoliaciones que pueden reducir el crecimiento del árbol e incluso causarle la muerte.

A pesar de esto, también son una pieza clave para el ecosistema, puesto que hay una gran cantidad de parásitos y depredadores que se alimentan de sus huevos, larvas, crisálidas y adultos. Encontramos la procesionaria en el menú de pájaros, mamíferos, insectos e incluso de hongos.

En verano cuando la polilla pone los huevos en las acículas de los pinos, estos huevos son el alimento de hormigas, avispas y chicharras. Las polillas son también una atractiva comida para murciélagos y lirones.

Cuando avanza su ciclo y las orugas nacen, desde agosto (en zonas más frías) hasta octubre (en el litoral), pasan a ser la comida de los pájaros insectívoros. Entre los que encontramos el carbonero común (Parus major), el herrerillo común (Cyanistes caeruleus), o el cuco común (Cuculus canorus).

Entre febrero y el marzo cuando bajan en procesión y se entierran, el mirlo (Turdus merula), la abubilla (Upupa epops) y el cuervo (Corvus corax), localizan y cogen las orugas.

Además, existe un hongo llamado Cordyceps militaris que parasita a la procesionaria. Cuando las orugas bajan en procesión, el hongo echa sus esporas que pueden engancharse a los pelos urticantes de la procesionaria. Posteriormente, la humedad y el entierro de las orugas favorece que los hongos germinen sobre la crisálida de la oruga y vayan alimentándose de ella poco a poco, hasta que la mariposa que se desarrolla en su interior muere.

Éstas representan algunas de las especies para las cuales la procesionaria es una fuente importante de alimento, así que, como vemos con la procesionaria, no todo es malo. El problema es que el aumento de temperatura causado por el cambio climático provoca un incremento descontrolado de esta oruga que antes se podía regular de forma natural.

Abubilla intentando sacar la larva de procesionaria de la crisálida. Autor: José Luis Ordóñez
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